jueves, 15 de julio de 2010

I CERTAMEN MICRORRELATOS CARMEN PANTIÓN

Como lo prometido es deuda y como actividad veraniega aquí tenéis los microrrelatos ganadores de vuestros compañeros para que os entretengáis leyendo esto y algo más a vuestra elección. Recordad que vuestro libro os está esperando.

I CERTAMEN DE MICRORRELATOS de Misterio o Terror del IES Carmen Pantión


Premios 2010
1º Premio-1ºciclo: Lidia Mª Corpas Aguilera 1ºB


LA PESADILLA DE MI MÓDULO




Llego al instituto, ¡qué temprano es! –pienso-. No hay nadie, ningún alumno, ningún profesor… Me dirijo a mi módulo, he llegado la primera. Me siento en mi silla y miro hacia la puerta para ver si viene alguien. De pronto escucho un ruido, pero no sé qué es. Me entra frío y voy a cerrar la ventana; veo que está lloviendo. Empieza a oscurecer y voy a encender la luz pero no se enciende. Vuelvo a escuchar otro ruido. Me asomo a la ventana a ver si viene alguien porque son las nueve menos cuarto, observo que cada vez llueve más y más; entonces decido salir, pero no puedo porque la puerta está cerrada. Yo me asusto y empiezo a gritar. Pero nadie me escucha. Cuando me canso de gritar, me parece que me estoy mareando, y todo me da vueltas. Voy a abrir la ventana para que me de el aire. No se abre, y además los módulos están flotando sobre el agua, siento que el agua me roza el tobillo, entonces me subo a la mesa. Al cabo de un rato el agua sube más y más. El agua casi me está llegando a la nariz. Noto que no puedo respirar. ¡Qué apuro! En ese momento me despierto. Estoy en mi cama temblando de miedo, y me digo: “espero que esto nunca ocurra”.


Por la mañana me levanto, desayuno y me voy para el instituto, cuando llego,¡qué temprano es! –pienso- no hay nadie, ningún alumno, ningún profesor… me dirijo a mi módulo, he llegado la primera. Me siento en mi silla y miro hacia la puerta para ver si viene alguien.



2ºPremio-1ºciclo: Juan José Barea Pérez 1ºC


MÁS ALLÁ DE LOS ESPEJOS



Me llamo Antonio Ortega y soy vigilante nocturno en los módulos del IES Carmen Pantión, esta misma noche comienzo a trabajar.

Cuando llegué entré en el módulo de Conserjería y me relajé en la silla, aquello parecía muy tranquilo, ordené un poco la habitación, no quería que el director me echase la culpa, después comencé a leer un libro titulado Fenómenos en nuestra vida, estaba muy relajado y concentrado en el libro, hasta que oí un grito que me hizo gritar también y sobresaltarme. Cogí el abrigo, la linterna y salí en busca de aquel misterioso grito. Cuando fui a los servicios estaba pisando agua, entonces en un espejo pude ver a una niña reflejada, una niña con un cuchillo y cubierta de sangre, salí corriendo después de verla.

Por la mañana fui a hablar con el director y le conté lo sucedido, su rostro se volvió sombrío, entonces sacó un fichero de alumno y comenzó a decir:

-Hace 20 años, una niña fue expulsada de este lugar, expulsada no por su comportamiento, sino por su alma, los espejos la poseían, ¡la volvían loca y nosotros no podíamos hacer nada para ayudarla!. Decía que había depositado su alma maldita en los espejos y debía marcharse para no tener más problemas… Sólo le puedo decir que vive en el número 3 de la calle Madrid. Toqué al timbre y una vieja mujer abrió:-Buenas tardes- le dije a la señora- ¿Cómo se llama?- le pregunté. Ella dijo que se llamaba Elena, simplemente. Cuando le propuse que viniese conmigo para resolver el misterio aceptó sin pensárselo dos veces, la oí decir en voz baja “Debo morir…”Cuando la llevé a los servicios me dijo:-¡Váyase si no quiere morir!. Al cabo de un rato el misterio me intrigaba, tenía miedo pero la curiosidad me venció. Entonces me dirigí a los servicios y la niña que había visto en el espejo era real, cuando me encontró, sus ojos se entornaron e hizo una mueca de desprecio, su cuerpo y cuchillo ensangrentados me hicieron temblar y dije:-Esto es un sueño. Corrí cuanto pude pero ella gritaba, maldecía y me atrapó cuando intenté escapar… Más tarde veía todas las letras del revés y supuse que los espejos son ventanas a otro mundo, al mundo del mal y por tanto yo estaba en uno de ellos… Estaba muerto…




3ºPremio-1ºciclo: Ángela Pulido Molina 2ºC


SUCESOS VAMPÍRICOS


¡Pum!, ¡Pum!,¡Pum! En la chapa del módulo de 2ºC otra vez los mismos ruidos que me consumían y mataban. No podía ser cierto, esto no estaba ocurriendo. Quería pensar que esos pasos no eran los del ser de todas mis pesadillas, que eran simplemente eso, pasos y nada más. Pero sabía que no era así. Era consciente de lo que sucedía en los módulos del IES Carmen Pantión, mas sabiéndolo con tanta seguridad, no quería creerlo, vivía con la ilusión de despertar algún día de aquella espeluznante pesadilla que helaba todos y cada uno de mis sentidos. Y es que jamás iba a olvidar aquella noche. Nunca. En la vida. Siempre seguiré recordando cómo aquel horrible vampiro mataba a una humilde muchacha. Cada segundo me acordaré de la chica que gritaba sin cesar, y de cómo los afilados diente de aquel monstruo herían la garganta de la joven, y de cómo se convirtió en uno de ellos. Y es que todo esto me marcó por completo. Lo peor de todo, es saber que tú puedes ser la siguiente en cualquier instante, y que todo será una cadena, sin escrúpulos. Tendré que ver cómo cada una de las personas de ese gris y oscuro módulo del IES Carmen Pantión muere para reencarnarse en el más cruel de los seres. Mis meditaciones cesaron con el sonido del timbre. Me demoré en salir y quedé la última. Antes de marcharme, fui a mirarme al espejo. Me lavé las manos y al alzar la cabeza, pude ver cara a cara a aquel vampiro. Ni siquiera se me pasó por la cabeza echar a correr en aquella triste mañana en los viejos y rotos módulos de 2ºC, pues me hubiera alcanzado. Así que mi reacción fue dirigirme apresuradamente al baño y cerrar la puerta con pestillo. Al instante percibí un fortísimo golpe que ocasionó un agujero en la puerta. Llegó mi hora, me convertiría en un ser miserable de por vida. Desistí, el miedo me consumió las venas. Pero, para mi gran sorpresa, oí el sonido de las llaves abriendo el módulo. El vampiro huyó como un rayo y yo estaba a salvo. Los días pasaron con el mismo terror. Habían desaparecido ya cinco niñas y, una cosa tenía clara, no iba a quedarme viendo cómo mis amigas morían injustamente. Tenía dos opciones: o ser fuerte y luchar contra él o rendirme. Opté por la segunda opción. Me rendí y me quité la vida. Iba a fallecer de todos modos pero lo que no iba a permitir era convertirme en un vampiro y ver cómo el mundo iba siendo poco a poco el lugar perfecto para el crimen.




1ºPremio-2ºciclo: Carmen Casas García 3ºD


EL CEMENTERIO


.Cuentan que al lado del cementerio colocaron un instituto a causa de unas obras, aparentemente no había nada extraño, pero un día…


“DIARIO

Día 1

- Umm… las ocho, ¡LAS OCHO! ¡MAMÁ!. Me parece increíble que el primer día de clase llegue tarde. El instituto es una chapuza, son módulos colocados yo qué sé cómo y de mala manera. Para llegar tengo que pasar al lado del cementerio y no me hace mucha gracia.



Día 8

- Nada nuevo que contar, o sí, no estoy segura, pero cada vez que paso al lado del cementerio me dan escalofríos, y a veces experimento cosas raras. Te sigo contando.



Día 10

- Hoy no he ido a clase, ¡es demasiado!, ahora cuando paso al lado del cementerio me mareo, ¡AH! Y también siento un aliento helado en la nuca.



Día 11

- ¡NO PUEDO MÁS! ¡ESTOY HARTA!, mi madre no me cree, y al parecer estoy sola en esto. He decidido ir esta noche al cementerio y arreglarlo de una vez.



Día 12

- Estoy en el cementerio, y es de noche, pero lo más extraño es que no siento nada. Ahora estoy bien, como en casa.



Día 13

- Ya es de día, mmm… me he quedado dormida en el cementerio, pero no ha ocurrido nada. Tengo que salir de aquí, pero, ¿eso que veo es un funeral?, pero ¡esa es mi madre!, pero ¡ese es mi padre!, ¿por qué esa lápida lleva mi nombre?, o… ¡oh!







2ºPremio-2ºciclo: Mª Jesús Cabello Pareja 3ºD


UNA NOCHE EN EL INSTITUTO



Aquella noche en el IES Carmen Pantión algo era distinto. Esto se debía a que un grupo de alumnos se había quedado encerrado en uno de los módulos. Cinco niños del grupo se juntaron en una esquina de la clase del módulo 5 para pasar allí la noche. Estaban apretados unos contra otros, enroscados en sus abrigos, temblorosos. Los demás dormían.

- ¿Por qué no podéis dormir vosotros?- preguntó el mayor de todos a los cuatro. Hablaba en voz baja.

- Porque me da miedo la oscuridad- respondió otro pálido y pecoso.

- A mí me da miedo que aparezca un fantasma.- dijo el tercero.

- Pues a mí, los locos de los manicomios. –continuó el más flaco y delgado- ¡Imaginad que uno de ellos entrara en la clase ahora, en plena noche, cuando todos duermen!

- A mí… -dijo uno de pelo rubio y encrespado – a mí me dan miedo precisamente esos, los que duermen.- Y señaló al suelo, lleno de niños tumbados, todos con los ojos cerrados.

- Pero…¿por qué? – preguntó el mayor extrañado- Alguien que duerme no puede hacerte nada malo.

- ¡Claro que sí! –contestó el rubio- ¿Y si uno de ellos está soñando con nosotros?

Se hizo el silencio, los demás lo miraron sin comprender, así que el rubio prosiguió en su explicación:

- A lo mejor –dijo- sueña que estamos en esta esquina, como estamos ahora, y sueña que yo me pregunto si sueña con nosotros.

El resto seguía sin entender aquel retorcido pensamiento, así que el rubio tragó saliva y concluyó, susurrando muy despacio:

- ¿Y si ese, el que sea, se despierta… y desaparecemos sin más?

A los cinco niños les recorrió un tremendo escalofrío por todo el cuerpo. Pero, aunque no te lo creas aquel pensamiento tenía algo de veracidad ya que a la mañana siguiente cuando se despertaron todos los demás había cinco abrigos , de cinco niños que, a día de hoy aún no se sabe de quién son los cinco abrigos que encontraron en aquella esquina del módulo 5 del IES Carmen Pantión.






3ºPremio-2ºciclo: Antonio Sánchez Tarrías 3ºC


UN DÍA BASTANTE RARO





Érase una vez unos alumnos de 3ºC que íbamos al instituto como todos los días. Parecía que todos teníamos más sueño de lo normal. En la entrada de los módulos había como una especie de portal que conducía a otra dimensión. Todos lo cruzamos para llegar a nuestra clase. Pero en ese momento se distorsionó el paisaje, se detuvo el tiempo…

Después de estar poseídos durente unos segundos, entramos en la clase, pero tuvimos que esperar cinco minutos a que Fran (el delegado) abriera la puerta. El módulo de la clase había cambiado por completo y también los profesores. En vez de tener Naturales, teníamos clases de pociones con Horacio. Después de un minuto de tocar la sirena, se presentó Horacio con su túnica blanca, las orejas un poco puntiagudas, una larga nariz y unos ojos que expulsaban llamas de ira. Resulta que se le había perdido una de las piedras preciosas que coleccionaba. Todos empezamos a buscar como locos por la clase, pero como estaba distorsionada, las paredes no eran rectas, las sillas estaban deformadas, las mesas eran triangulares…

Y al fin dimos con ella. Estaba justo delante de los pies de Horacio. Ya encontrada la piedra, nos fuimos al laboratorio a dar la clase de pociones. Horacio mezcló varios elementos químicos y salió una gran nube blanca que lo envolvió todo. No veíamos nada, excepto a Horacio, con unas llamas de ira en los ojos porque el conjuro había fallado. Volvió a intentarlo y esta vez sí funcionó. Nos llevó a todos a otra dimensión. Todo estaba negro y parecía que no tenía fin. De repente, sentí un bolígrafo golpeando algo. Era una mesa, casualmente la mía. Abrí los ojos, miré hacia arriba y vi a Horacio enfadado, preguntándome la configuración electrónica del potasio. Evidentemente no supe la respuesta, porque estaba dormido. Más tarde vi un cero bien redondo en las notas de clase…





 1ºPremio-E.S.P.A.: Daniel Almirón Torres 2ºA


INCREDULIDAD



Siempre me consideré un incrédulo acerca de las historias de fantasmas y demás zarandajas, pero lo que os voy a contar me cambió la vida por completo.

Ya eran las cuatro de la madrugada del lunes cuando mi perro Chester se subió a mi cama, lamiéndome con esa lengua rasposa la cara, para que lo sacara de nuevo a la calle.

La ciudad estaba desierta, iluminada solamente con la tenues luces de las farolas reflejándose en los charcos de la calzada. Me dirigía hacia la calle Ricardo Zamora, oyendo únicamente el eco de mis pasos y de las pezuñas de Chester en el acerado. De repente empezó a gruñir.

-¿Qué te pasa ahora?- le dije enfadado. Sin embargo, él no dejaba de mirar hacia las ventanas de aquel instituto, me vinieron a la mente las últimas noticias que leí acerca de esos módulos prefabricados, hacía relativamente poco a causa de unos extraños fenómenos que testigos presenciales aseguraban haber vivido.

Agarré la correa con más fuerza aún, pero Chester estaba fuera de sí, gruñendo al viento, señalando con el hocico una ventana de aquellos barrracones grises y desconchados. De repente la correa cedió y mi perro salió disparado hacia los módulos, colándose por un hueco de la valla metálica.

-¡Chester, vuelve, Chester!-gritaba al tiempo que corría detrás de él. Conseguí saltar por encima de la valla pero no pude atrapar el trozo de correa que le pendía aún del cuello. Maldiciéndome cuando le vi entrar a aquel barracón oscuro y frío a través de un agujero de la pared.

Sin pensármelo dos veces, me tiré al suelo y me colé por el mismo agujero. Oía los ladridos de mi perro, sin llegar a verlo por culpa de la oscuridad del recinto. Me acordé de mi móvil, así que lo saqué y alumbré el módulo en el que me encontraba. Estaba repleto de sillas y mesas polvorientas, una lección de matemáticas aún escrita en la pizarra. Con el débil resplandor de mi móvil, vi a Chester en un rincón, ladrando al vacío, el rabo entre las piernas. -¡Chester, vuelve! Volví a gritarle.

De repente vi como una sombra se acercó al perro, lanzándolo por la habitación hasta estamparse contra la pared. Al ver aquello me quedé petrificado, pero aún más cuando empecé a sentir un aliento frío y maloliente en mis cabellos, susurrándome con voz lúgubre: ¡tu turno!

Al darme la vuelta, vi aquel ser inmaterial, de reflejos azules, señalándome con su dedo descarnado. Y es que quizás, si no hubiese sido tan incrédulo, no habría entrado en aquel barracón abandonado y seguiría con vida, en vez de pasear ahora para siempre entre estos módulos que son mi sarcófago.





2ºPremio-E.S.P.A.: Ángeles Almirón Torres 2ºA


GRITO AHOGADO



Estábamos pasando por un invierno duro; demasiada agua y pocos grados. Esto hacía incómoda la rutina diaria de asistir a clase y más en aquellos módulos prefabricados.

Volvimos a incorporarnos a las clases con el nuevo año. Era viernes, hacía frío, y la humedad calaba en mis huesos. Al término de las dos primeras clases, salimos al bar para poder calentarnos por dentro. Allí, debí de perder las llaves al sacar el monedero para pagar, ya que al término de las clases, cuando me dirigía hacia mi coche, me di cuenta de que no las tenía.

Volví a los módulos con la esperanza de que aún quedara alguien. Ya en la puerta me encontré con Juan Pedro. Estaba a punto de irse, le comenté mi problema y me dijo que Juan, el camarero, las había encontrado y que él las tenía en la sala de profesores. Se adelantó a mí para ir en busca de ellas: yo lo esperaba en la puerta.

Al ver que no venía, fui en su busca. Antes de entrar lo llamé y me dijo que pasara. Al cruzar la puerta, esta se cerró de un golpe. Mi corazón quería escapar del pecho cuando empecé a sentir que algo viscoso y caliente me resbalaba cabeza abajo: al mirar al techo para ver de qué se trataba, mis ojos se abrieron tanto como mis pulmones para poder gritar.

De repente, oí cómo una voz conocida pronunciaba mi nombre: era mi marido intentando despertarme de aquella horrible pesadilla. Al recobrar la consciencia me vi en la cama, empapada en sudor y aún temblorosa.

Las semanas siguientes transcurrieron con la normalidad de siempre. El último viernes del mes, al término de las clases, volví a dirigirme hacia mi coche y al llegar me di cuenta de que no tenía las llaves. Me apresuré a llegar al instituto y una vez allí me comentó Juan Pedro que un alumno las encontró en la cafetería y las había llevado a la sala de profesores. ¡No me podía creer lo que estaba pasando!

Fuimos en busca de las llaves y, una vez dentro, las luces se apagaron. Se encendieron a los pocos segundos, pero Juan Pedro había desaparecido. Una gran ansiedad empezó a hacerme mella. No debieron de transcurrir más de dos segundo cuando volví a sentir como algo caliente y viscoso me escurría cabeza abajo. Al levantar la vista comencé a gritar, tanto grité, que mis oídos se quedaron sordos y mis gritos mudos. Al principio sentí mucho calor, luego frío y al final…al final no sentía nada. En esta ocasión, nadie me despertó de mi pesadilla.






3ºPremio-E.S.P.A.: Antonio Manuel Hidalgo Navas 2ºA


LA MUERTE DEL CIELO



Nos encontrábamos en el instituto dando la última clase, cuando un gran golpe nos sobresaltó a todos. Rápidamente fuimos al patio a comprobar de dónde procedía aquel monumental estruendo. Cuál fue nuestra sorpresa al descubrir que el ruido lo había producido un meteorito, que impactó contra la cafetería. La dejó toda destrozada. Por suerte, a esas horas nadie se encontraba dentro. Procedimos a inspeccionar el lugar. Aquel meteorito se encontraba al rojo vivo y despedía un extraño olor a almizcle. Todos olimos ese extraño olor. Poco después llegó mucha gente con trajes blancos y acordonaron la zona. Horas después, todo quedó igual y el meteorito desapareció del lugar.

Al día siguiente me levanté con un hambre voraz, como si pudiera comerme un caballo. Nada me satisfacía, es más, cada bocado de comida me producía arcadas. El hambre era casi insoportable, el estómago me daba calambres y mi aspecto no era mucho mejor. El sol hacía que me quemasen los ojos, mi piel se encontraba pálida y mi cuerpo había perdido peso exageradamente, casi unos treinta kilos desde ayer.

Tuve que esperar que se hiciera de noche para poder salir de clase. Agotado, endeble y con un hambre atroz, me arrastré hasta mi pupitre. Pude comprobar que todos mis compañeros manifestaban los mismos síntomas. Parecía una película de Romero. Al llegar, el profesor nos pidió que le contásemos lo que ayer había sucedido. Se maldijo por no haber estado, ya que a él le gustaba mucho la astrología, y entre maldiciones y blasfemias empezó su clase. Me costaba horrores poder prestarle atención por el hambre. Miré alrededor y todos nos encontrábamos en la misma tesitura. Mientras intentaba no desfallecer oí como el profesor exclamaba un taco. De pronto percibí el olor más dulce y delicioso que en mi vida había conocido. Esa fragancia tan intensa, tenía que ser por lo menos ambrosía, el auténtico néctar de los dioses. Toda la clase olió ese perfume tan delicioso. Incluso recuperé parte de mis energías perdidas.

-Perdonad un momento, chicos, me he cortado y voy a la sala de profesores a curarme.- exclamó el profesor.

Al pasar a mi lado noté que ese olor procedía de su herida. Como un animal salvaje, me abalancé sobre él hincándole los dientes en el cuello. Su sangre fluía por mi boca como un río de miel. A cada gota que le robaba, yo me sentía mejor y una nueva fuerza emergía de mi interior. No podía parar pese a los gritos y alaridos del profesor. Los demás también le saltaron encima mordiéndole por donde podían. Una vez lo dejamos seco y con el hambre algo más calmado, nos pusimos a hablar sobre el tema. Todos sabíamos que el hambre desaparecería con la sangre, que durante el día no habíamos podido salir de casa a causa del sol y que nuestra fuerza aumentaba con cada sorbo. Todo tenía ya sentido. Somos vampiros.

 
 
                                                                      ¡FELIZ VERANO!
 

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